Ree. Dos montañas.
Moshé anuncia diferentes rituales a ser realizados al entrar en la tierra de Israel.
Uno de ellos tiene que ver con escribir la Torá en piedras con cal para que todos puedan acceder a ellas.
También es una forma de objetivar la ley.
La ley en este caso es lo que Moshé transmitió de Ds, no es lo que el rey poderoso impone, o lo que le conviene a un determinado grupo, la ley es objetiva, es igual para todos y por eso está escrita en “piedra”.
Otro ritual está enunciado al comienzo de parashat Ree.
Y será: Cuando te traiga Adonai tu a la tierra -a la que tú vas a venir allí para poseerla- proclamarás la bendición sobre el Monte Guerizzím y la maldición sobre el Monte Hebál. Ciertamente ellos están situados allende el Iardén, más allá, por el camino del poniente: en la tierra del Quenahaní, el que está asentado en la Harabáh, frente al Guilgal, cerca del encinar de Moréh.
Los montes tienen su fascinación.
Están más cerca del cielo, muchas veces se cubren de niebla, cuesta trabajo subir a ellos, desde arriba se tiene una vista única, poderosa, son un macizo que emerge del suelo, etc.
No es casual que las montañas para algunos pueblos resulten objetos de culto.
Para el pueblo judío los montes son referencia de la presencia divina, no son divinos ellos mismos.
En la Torá y en el tanaj tenemos varios montes importantes.
El Monte Moriá, donde Abraham llevó a Itzjak, el Monte Joreb o Sinai de la revelación privada a Moshé, y posteriormente la revelación pública al pueblo judío, los Montes donde murieron Moshé y Aaron, el Monte desde donde Moshé lideró la batalla en la que elevaba sus manos, el Har Tabor vinculado a Débora la profetiza, los montes que aparecen en nuestra parashá.
Y será: Cuando te traiga Adonai tu a la tierra -a la que tú vas a venir allí para poseerla- proclamarás la bendición sobre el Monte Guerizzím y la maldición sobre el Monte Hebál. Ciertamente ellos están situados allende el Iardén, más allá, por el camino del poniente: en la tierra del Quenahaní, el que está asentado en la Harabáh, frente al Guilgal, cerca del encinar de Moréh.
El Monte Gerizzim y el Monte Hebal, ambos en el territorio de Israel.
¿Qué significa este ritual? El Rab Edery ZTL nos enseña:
Varios comentaristas coinciden en que las montañas no iban a ser depositarias de “bendición o de maldición”. Simplemente hay que entender este versículo según el relato de Deuteronomio 27:11 y ss. Coinciden los comentaristas en observar que “la montaña Guerizzim es frondosa y fértil, mientras que la de Hebal, más al norte, es árida e improductiva. Insinúan, tal vez, que el norte es la tierra “de las sombras”, donde no hay sol” (véase el comentario “Lebush” que a su vez explica a Rab Moshéh Recanatti). S.R. Hirsh comentando estos versículos dice que, cuando el pueblo de Israel iba a cruzar el Iardén y a pisar por primera vez la tierra en la que deberá vivir de acuerdo con la Toráh, era importante que viera, con los propios ojos, las dos montañas “que, estando ambas situadas en la misma zona geográfica y bajo idénticas condiciones climatológicas, era la una productiva y la otra no”. Agrega Hirsh, que ni la bendición ni la maldición dependen de factores externos. Una y otra remiten a nuestra capacidad y actitud interiores, que serán las que nos harán recibir una u otra.
El ritual trata de mostrar que la vida tiene diferentes caminos, uno de bendición y otro de maldición, uno de prosperidad y otro de aridez, de una manera teatral y escenográfica educar a un pueblo en la elección correcta.
Por eso los comentaristas tratan de ahondar en las características de los montes, fértiles, con sol, o yermos.
Los montes representan exteriormente, nuestra libertad y nuestra capacidad de elegir, y a la vez las consecuencias de nuestras elecciones.
Es un acto colectivo de aceptación en que la libertad implica necesariamente responsabilidad, sino es solo una experiencia infantil.
El pueblo hebreo, que ya había atravesado el desierto, estaba entrando en su etapa de madurez, y de este modo se refuerza el sentido de responsabilidad.
¿Que otro ritual a en nuestra vida marca esos umbrales simbólicos?
Shabat Shalom umeboraj.
Rab Alejandro S. Bloch
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