Shabat Toldot – Viernes 29 noviembre / 28, jeshvan: Velas: 20:19 hs.

Lej leja. Solo hay pausas en el camino.

Parashat Noaj, termina con un viaje.

El Viaje de Teraj, el padre de Abraham.

Tomó Téraj a Abram su hijo y a Lot hijo de Harán — su nieto — y a Sarai, su nuera — esposa de Abram, su hijo — y partieron junto a él de Ur de los Caldeos, para encaminarse hacia la tierra de Quenahan; empero vinieron hasta Jarán y se asentaron allí. Fueron los días de Téraj doscientos cinco años y murió Téraj en Jarán.

Fue Teraj el que dejó Ur, la gran ciudad. Ese viaje fue para dejar atrás un mundo en el que posiblemente ya no creía, un mundo de falsedad espiritual y religiosa, en el que se hacen ídolos a medida, a imagen y semejanza para ser manipulados, para justificar sus crímenes, sus bajas pasiones, sus intereses.

Teraj deja ese mundo, empujado por el furor de sus coetáneos, de acuerdo con el Midrash, cuando su hijo Abram que estaba a cargo del negocio de venta de ídolos se burla de los compradores.

Nada sabemos de Teraj en la Torá, nada sabemos de la elección de Abraham en la Torá.

Ese viaje impulsa otro. El viaje de Abraham, esta vez impulsado por un Ds, que no tiene rostro, que está más allá de toda comprensión, que lo envía hacia adelante a un mundo desconocido, con la promesa de una nación, una tierra, y que sea bendición para todos los habitantes de la tierra.

Dijo Adonai a Abram: Vete de tu país y de tu lugar natal y de la casa de tu padre, a la tierra que habré de mostrarte. Y te haré un pueblo grande, te bendeciré y engrandeceré tu nombre y sé bendición. Bendeciré a los que te bendigan y al que te maldiga, maldeciré y serán bendecidas por tu causa todas las familias de la tierra.

Con estas hermosas palabras comienza nuestra historia.

La historia de un pueblo milenario que aceptó el desafío de ir hacia lo desconocido una y otra vez.

Am Israel ha sido un pueblo que ha deambulado por el mundo.

Atravesó cadenas montañosas, océanos, continentes, idiomas y tiempo, en búsqueda de refugio, de prosperidad y de protección.

Recién hace menos de 100 años volvió a tener su independencia, y ésta no ha sido gratuita.

Volver a la tierra de la promesa de Abraham tampoco ha sido el fin del viaje, sólo una pausa para poder desarrollarse en ese lugar como nación, con su idioma, su arte, y los dilemas que devienen de la misma soberanía.

Lej leja es la parashá con la que comienza nuestra historia colectiva, una hermosa travesía que da sentido a nuestra vida, que nos permite marcar los hitos importantes de la vida de la familia y de la comunidad, y darnos oportunidades de aprender y crecer.

Te invito a pensar en ¿cuál es tu Lej Leja? Y lo compartas en la mesa de Shabat.

 

Shabat Shalom
Rab Alejandro S. Bloch

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