
Behar Bejukotai. La casa y la Ley.
Este Shabat terminamos el sefer Vaikrá con la lectura de dos parashiot, Behar Bejukotai.
Nuestros sabios sostienen que todo el libro de Vaikrá transcurre a los pies del Monte Sinaí.
Un libro en el que no hay movimiento, solo un intervalo para poder asimilar la revelación, valorar la libertad, hacer una pausa para prepararse para entrar en la tierra prometida, y comprender en profundidad las leyes con las que habitaremos esa tierra.
Parecería ser que de ahora en más ya no estaremos en lo alto del Har, de la montaña.
Pasaremos a vivir una vida regular, con un ritmo del calendario como vimos la semana pasada, estable, con ofrendas diarias y para ocasiones especiales. Con roles definidos para el Cohen: liderar el culto, ejercer de juez, enseñar Torá, establecer distinción entre lo sagrado y profano, procurar transmitir esa visión a todo el pueblo para que pueda cumplir el ideal de ser un reino de Cohanim en su conjunto.
Bajar de la montaña implica caminar en el desierto y la llanura, llevar una vida sin el éxtasis de la revelación, con el desafío de dar sentido a lo cotidiano, que hace alusión a ese momento de elevación, pero que ahora estará en la conciencia colectiva.
Para habitar la futura tierra, la futura casa, debemos bajar de la montaña y hacer del día a día, de cada acción, de cada gesto, nuestra forma de conectar con lo sagrado.
Por un lado, la ley, Bejutotai, la ley de Ds nos guiará, ese es el rol de la Halajá, para conducir nuestra vida, para regular la relación con la naturaleza, y ordenar la sociedad.
Por el otro, aquello que está más allá de la Ley o poder dentro de la ley, o que forma el espíritu de la ley, representado por la conciencia moral autónoma, que sin ella seríamos como un robot.
Es en esa misma intersección entre ley y conciencia moral, donde aparece una parte de la Torá conocida como las Tojajot, las amonestaciones, que nos advierten de las consecuencias de nuestras acciones.
El texto detalla todos los sufrimientos que viviremos si no seguimos la ley de Ds, en un lenguaje explícito y dramático, cuyo fin último es recordar que somos responsables de nuestros actos y que al reconocer nuestros errores también podremos enmendar nuestro camino.
Es así como termina este libro, invitándonos a que el Sinaí reverbere no solo en nuestra vida sino en nuestro hogar, en nuestros espacios compartidos, y así que cada encuentro sea el reflejo de la experiencia del desierto.
Shabat Shalom
Rab Alejandro S. Bloch
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