Behar Bejukotai. Las leyes para hacer una sociedad justa.
Llegamos del libro Vaikra, leyendo nuevamente, dos secciones de la Tora.
Después de la larga lista de Korbanot, de tareas de los Cohanim, de pureza e impureza, la Tora dirige su mirada hacia la sociedad, estableciendo las pautas para construir una, basada en vínculos fraternos, en especial, el cuidado de los desaventajados.
Cuando se empobreciere tu hermano, -y vacilare su mano- junto a ti, habrás de sostenerlo: fuere extranjero o residente, y que viva contigo.
Este es un mandamiento en el que todos podemos participar con actos solidarios. Lo interesante es que la traducción del Rab. Edery z.l. incluye dentro de esa categoría al extranjero y al residente, no importa su status ¨migratorio¨ es alguien que habita junto a ti y si se ha empobrecido necesita de tu ayuda y tú estás obligado a brindársela.
La Halaja tiene una aproximación similar a la pobreza, cuando nos enseña que si alguien golpea la puerta de nuestra casa para pedirte comida, alimentos concretos, estás obligado a darle algo de comer, no hay que preguntar, no hay que desconfiar, diferente es el caso de otros requerimientos.
Con respecto a este tema comparto el ilustrativo comentario del Rab Edery ZL.
“CUANDO SE EMPOBRECIERE TU HERMANO… ” Guando Rabbí Hakibá, sabio de Israel, quiso encontrar un precepto abarcativo en nuestra Toráh lo halló en el versículo que dice: “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). De este precepto deriva toda la legislación
concerniente a la libertad del hombre, a los derechos del hombre y a la economía del hombre. La Toráh, que no acepta actitudes especulativas para con nuestro congénere, enuncia leyes precisas sin ambigüedad cuando se refiere a la vida o al sustento de nuestro prójimo. Ya hemos visto que nuestro
prójimo es nuestro hermano y por consiguiente somos todos hijos de un mismo Padre que nos ha creado, liberado de la esclavitud egipcia y prodigado Sus bienes y Su cuidado. Habíamos visto también que la tierra pertenece a D’s. Por otra parte la finalidad última de la vida humana es encontrar la felicidad. El concepto “felicidad” no debe entenderse como concepto abstracto o filosófico.
Este concepto implica en primer término con carácter ineludible, el subvenir a las necesidades amplias de nuestro prójimo en caso de deterioro económico de su vida. La novedad que la Toráh enuncia es que ello debe hacerse con carácter preventivo”… habrás de sostenerlo y que viva contigo”. Vivir contigo implica, según los sabios del Talmud: vivienda como tú, alimento como tú, y vestimenta como tú. Resulta claro que esta idea difiere sustancialmente del concepto de caridad. Solidaridad social es lo que la Toráh reclama. Nótese que, a través de milenios de nuestra historia, el pueblo judío, aun en las peores condiciones de sufrimiento y de persecución, ha desarrollado en su seno instituciones sólidas de ayuda mutua y de asistencia total para aquellas personas carentes de los medios apropiados para vivir con dignidad.
Por último, tendremos que cuidarnos para no confundir bienestar con felicidad, aunque resulta incomprensible felicidad sin bienestar.
El desarrollo armonioso de nuestros apetitos materiales que deberán ser limitados por nuestra espiritualidad, es lo que hace de nosotros seres humanos al servicio de D’s y de los hombres.
Para mí, lo interesante es la lectura en la que se nos pide que nos adelantemos a las dificultades económicas de nuestro prójimo, para sostenerlo antes que caiga, estableciendo estructuras de protección en la sociedad y si a través de estas no resultara, acudir en su ayuda de manera directa.
La Milenaria Tora, claramente tiene un mensaje para nuestro tiempo.
Shabat Shalom,
Rab Alejandro S. Bloch
Comments are closed.