Rabino Alejandro Bloch
El tema de los sueños es largamente tratado en la tradición judía.
En la Tora, en el libro de Bereshit, vemos en varias oportunidades el rol que juegan los sueños como portadores de mensajes.
Uno de los primeros sueños es el de Iakov, cuando parte de su casa y sueña con la escalera y los ángeles bajando y subiendo por ella.
Más adelante veremos a Iosef soñando en dos ocasiones, una vez con espigas y otra con estrellas, él comparte el contenido de sus sueños con sus hermanos quienes interpretan que Iosef pretendía mandar sobre ellos, cosa que al final del libro ocurre.
Luego Iosef gana fama por interpretar los sueños del panadero y del copero del faraón que estaban en prisión, anticipándoles su destino.
Con esto logra entrar en la corte, para en ella interpretarle los sueños al mismo faraón, los famosos sueños de las vacas flacas y de las vacas gordas, de las espigas flacas y de las espigas gordas.
Iosef en cada ocasión reconoce que son mensajes divinos y que él solo es el portador de la interpretación, que la misma proviene de Ds.
Luego en el Tanaj habrá otros sueños.
Donde encontramos un desarrollo profundo en la interpretación de los sueños es en el capítulo 9 de tratado de brajot. Donde encontramos dos tendencias muy interesantes de la interpretación.
Una clásica, que cuenta con una larga lista de cosas que si uno sueña con ellas, significa una determinada cosa. En ella se postula que el sueño es como una pequeña profecía. Algunos sostienen un paralelismo con el primer intento de Freud de interpretar los sueños haciendo una correlación del contendido del sueño con el contenido de la interpretación
La segunda tendencia, tal vez más moderna es la que está detrás de la idea que dice que “un sueño no interpretado es como una carta no leída”, y continúa esta idea sosteniendo que todos los sueños van detrás de la boca, o sea detrás de su interpretación. O sea que el sueño toma sentido cuando es interpretado, es la interpretación la que le da forma y sentido al sueño.
Es quien sueña, el que manifiesta en el sueño el contenido de su vida interior.
El ejemplo más claro lo da el mismo texto del Talmud en donde se cuenta la historia de un sabio que tenía la capacidad de interpretar sueños y es desafiando por un rey que le pregunta que soñará esa noche, a lo que el sabio le responde, soñaras que tu reino es destruido.
Adivinen que soñó el rey, por supuesto, toda la noche le dio vuelta en su cabeza que su reino caería.
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