Rabino Pablo Gabe
Parashat Shmot, viernes 9 de enero de 2015. Lo recuerdo muy bien. Rezamos en el patio del Cisroco. Había llegado a Santiago el martes anterior. Al día siguiente me fui a Majané y pasé allí dos días. El jueves después de almorzar, regresé a Santiago y allí me quedé hasta el domingo.
Pero ese Shabat fue muy especial. Tuve el honor de hacer el Dvar Torá y hasta me acuerdo de lo que hablé. Sobre las parteras Shifra y Pua, que por su mérito, se salvaron los niños hebreos en la esclavitud de Egipto. Sentí la Tefilá de una comunidad. Un clima muy agradable, sincero, transparente. En esencia, algo real sin ningún tipo de maquillaje. Luego de conversar con varias personas en el Kidush (recuerdo en especial a Anita, que como compatriota Argentina, me hizo una serie de chistes como para que me sienta bien), me fui a cenar a la casa de Ale. Eitán e Ighal no estaban. Pero si me acuerdo que en esa cena hubo varias personas que nos acompañaron, pero el tiempo me fue borrando algunas imágenes. Terminamos y me fui caminando al apartamento donde estaba hospedándome. Era el apartamento donde vivía Nico Reck. Él también fue de gran ayuda. En el día y medio que estuve en Majané, me habló de toda su experiencia en la comunidad y en Chile.
Al día siguiente en Shajarit, rezamos como lo hacemos todos los sábados. Compartí el Kidush junto a todos los Mitpalelim. El Rab Ale fue mi gran anfitrión quien, junto con Moni, me acompañaron en todo en esa semana. Recuerdo también que en esos días, también conversamos con Tomy, Claudio y Salo para empezar a darle forma a mi incorporación en la comunidad. Y el domingo, cuando nos despedimos, tomamos un café junto con todos ellos y con Vero, Sven Bruchfeld y Fede Fainberg. Lo más sorprendente es que para mí son nombres de todos los días. Pero en aquel momento, eran todas caras nuevas. Sentía la necesidad de recordar todo, atesorar cada momento. Y soñar con que este proyecto habría de convertirse en realidad.
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