Rabino Alejandro Bloch
En nuestra antigua sinagoga teníamos un Vitraux donde estaban representadas las festividades judías, Janucá, Sucot, Pésaj, Shavuot, Rosh Hashaná y Kipur.
Muchas veces recibíamos estudiantes de la universidad o jóvenes de educación media y después de explicarles que los elementos de la sinagoga les pedían que se acerquen para ver esos vidrios de colores y que tratan de describir que es lo que veían.
A esa altura les preguntaba que festividad era la más importante en el calendario hebreo.
Las respuestas eran siempre dos, Janucá, influenciados por los Simpson u otros personajes de la TV, o Pésaj por su conexión con la Pascua cristiana.
Mi respuesta era, Shabat, ya que a quien no le gustaba tener una fiesta cada 7 días.
La respuesta correcta es que el calendario hebreo en su conjunto nos transmite un mensaje y nos invita a explorar diferentes aspectos de nuestra vida, que si nos perdemos de algunos, ya nos es lo mismo.
El calendario hebreo nos invita a celebrar la libertad en Pésaj, a aceptar la Ley en Shavuot, a reconocer la fragilidad de la vida en Sucot y así cada estación es para aprender algo de nosotros de nuestros vínculos, de nuestras responsabilidades, de nuestras emociones.
Con la pregunta que da origen a este escrito pasa algo similar.
Si evaluamos por la concurrencia y permanencia a la sinagoga podríamos decir que Yom Kipur se lleva el premio máximo.
Kipur no está en el Aire, forma parte de una unidad que son los Iamim Noraim, que comienzan en Rosh Hashaná, continúa durante los días que conectan con Kipur y termina justamente en Kipur.
Ambas festividades son el inicio de una época profunda y significativa que nuestra tradición nos propone para revisar nuestras prioridades, reparar nuestros vínculos, pensar en el futuro, etc.
Podemos poner foco solo en Kipur, aunque tal vez nos estamos perdiendo parte de la experiencia.
Rosh Hashaná con todo su impacto en nuestra Alma, el rústico sonido del Shofar, El Tashlij, donde hacemos un gesto de liberarnos de aquellas cosas que veníamos cargando durante el año, y sus plegarias y meditaciones, comienzan a prepararnos para llegar Kipur y poder pedir perdón, a aquellos que hemos dañado, a nosotros mismos por habernos defraudado, y a Di-s por no haber cumplido algunas de nuestras promesas.
Rosh Hashaná es el preludio que nos permite llegar con un trabajo realizado y así darle más sentido a Yom Kipur.
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