Por : Zilla Fink Isaac
En memoria de mis padres. Max Fink Bartenstein y Herta Isaac Benjamin (Z. L.)
Los Bailes del ATI (Asociación de Artesanos / Industriales)eran famosos. Muchas parejas se forjaron ahí. Además tenían un grupo de teatro sensacional, quien los vio seguro que se recordara, lo entretenidos que eran .
Las reuniones y fiesta se efectuaban en los salones de La Comunidad en Portugal 810. Las señoras iban a la peluquería, se ponían sus mejores prendas, y los jóvenes iban a vitrinear. Se pasaba muy bien.
En una de ellas – mi papá que no se perdía ninguna, comió tanto, que se aflojo el cinturón. Al retirarse -no se dio cuenta y cuando estaba en la guardarropía solicitando su abrigo, se le cayó el pantalón al suelo. Rápidamente se lo subió, pero ya lo habían visto y por tiempo tuvo que soportar bromas.
En otra de las reuniones, estábamos saboreando un delicioso postre. Muchos queríamos repetición, pero nadie se atrevió a pedir. Sin embargo, uno de los comensales habló con el camarero, ¿que le dijo? No se, pero le trajeron otro postre y todos lo miramos con envidia. Cuando le pregunté como lo había conseguido me contestó : “QUIEN NO LLORA, NO MAMA”. ¡Qué lección!
En esos tiempos vivíamos en Juan Antonio Vial, cercano al barrio de Independencia. Los Viernes llevaba a los niños a clases de religión, el problema era siempre la vuelta. Había una sola micro que casi nunca pasaba. Por lo mismo, generalmente trataba de tomar taxi. Pero en el invierno se demoraban en pasar, entonces caminábamos muchas cuadras cantando y riendo.
Para Iom Kipur, Portugal era hermoso, todos con sus trajes impecables. La costumbre era usar ropa nueva . En el foyer había un reguero de jóvenes conversando, y adentro los mayores rezando. En las horas de pausa se caminaba de una Sinagoga a Otra , muchos iban al Bicur Joilim.
Las calles adyacentes se llenaban de autos, y en la tarde los floristas hacían su negocio ,vendiendo flores que nos llegaban ya sea de los hijos, o marido.
Recuerdo en Portugal, los asientos abajo – adelante los hombres y atrás las mujeres. También había un segundo piso . Recuerdo a mi papá que ya casi al final de la ceremonia, me hacia señas con la mano como diciéndome ya falta poco. De allí, nos íbamos caminando y conversando a compartir una rica comida.
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