Había una vez, un señor que trabajaba de picapedrero, “de sol a sol” en la ladera de la montaña. Un día, cuando el sol calentaba al mediodía, estaba tan cansado que decidió tomar un descanso a la sombra de un árbol. Al quedarse dormido, inmediatamente comenzó a soñar. En su sueño vio que por la cima de la montaña estaba pasando la carreta del rey; y en ella estaba sentado el rey, vestido con sus más bonitos atuendos, con jinetes montados de a caballo que viajaban delante y detrás de él.
Gustave Courbet, Los picapedreros (Les Casseurs de pierres), 1849.
El picapedrero se dijo para sus adentros: “¡Qué bueno sería si yo pudiese transformarme en rey!”. Y de pronto, como por arte de magia, su sueño se hizo realidad y se había transformado en un rey. Se miró a sí mismo, y para su gran sorpresa, se dio cuenta que estaba en la carreta del rey, y vestido con las ropas del rey.
Se dijo entonces a sí mismo: “¡Qué bueno que es ser rey! ¡De seguro, no hay cosa más grandiosa en este mundo que poder llegar a ser rey!”. Sin embargo, al cabo de unos minutos, el calor del sol comenzó a calentar el interior de la carroza, haciendo que el nuevo rey se sienta sumamente incómodo y acalorado.
Se dijo entonces el rey a sí mismo: “Yo pensé que ser rey era lo mejor que hay en este mundo, pero me doy cuenta que ser sol es más que ser rey, pues si el sol es capaz de molestar inclusive al propio rey, seguramente que no hay cosa mejor en el mundo que poder llegar a ser sol”.
Y sueña el rey que se convierte en sol y se convierte en sol. Y entonces, disfrutando de su nueva condición de sol, se dedicó a iluminar y calentar el mundo. Hasta que un buen día se colocó una gran nube delante del sol e impidió que éste iluminara. Una y otra vez intentó el sol iluminar, pero la nube se ponía en su camino y se lo impedía.
Se dijo el sol a sí mismo: “Yo pensé que ser sol era lo más grandioso que había en este mundo, pero me doy cuenta que ser nube es mucho más que ser sol, pues si la nube es capaz de molestar al propio sol, eso es señal que es más poderosa aún que él”.
Y entonces soñó el sol que se convirtió en nube, y efectivamente se convirtió en nube. Durante varios días se dedicó a molestar e importunar al sol. Hasta que un buen día, llegó un fuerte viento y corrió violentamente a la nube de su lugar. La nube intentó importunar nuevamente al sol, pero otra vez el viento vino y se lo impidió.
Se dijo entonces la nube a si misma: “Yo pensé que ser nube era lo más grandioso del mundo, pero me doy cuenta que ser viento es mucho más que ser nube, pues el viento es capaz de molestar inclusive a la nube, señal que es más poderoso aún que ella”.
Y soñó la nube que se convirtió en viento, y de pronto se convirtió en viento.
Y disfrutando de su nueva condición de viento, se dedicó a molestar a las nubes e impedir que estás tapen al sol, además de soplar fuertemente en determinados lugares del planeta y causar grandes daños y destrozos.
Un buen día, una enorme montaña se topó ante el viento. El viento se dijo a sí mismo: “Ahora voy a destruir para siempre a esa altanera y orgullosa montaña”. Juntó todas sus fuerzas y se dirigió a embestir violentamente a aquella montaña. Sin embargo, a pesar de que algunas piedras se corrieron de su lugar, y muchos árboles se quebraron y cayeron, la montaña continuó siendo una montaña. Juntó toda su fuerza otra vez, pero no logro hacer desaparecer aquella enorme montaña.
Se dijo entonces a sí mismo: “Yo pensé que ser viento era la cosa más grandiosa del mundo, pero me estoy dando cuenta, que en realidad ser montaña es mucho más que ser viento, pues la montaña puede hacer frente inclusive a un terrible viento”.
Soñó el viento que se convirtió en montaña y se convirtió en montaña. Y durante varios días se dedicó a disfrutar de nueva condición de montaña y de su imponente tamaño y majestuosidad. Sin embargo, a los pocos días de haberse transformado en montaña, llegó una carreta llena de picapedreros, los cuales comenzaron a picar grandes piedras de aquella montaña.
Al principio la montaña no les prestó atención, pues simplemente lo sintió cual si le dieran leves pinchazos. Sin embargo, al ver que los picapedreros estaban sacando grandes piedras de la montaña, la montaña reflexionando se dijo a si misma: “Yo pensé que ser montaña es la cosa más grande del mundo. Sin embargo, me doy cuenta que no hay mejor cosa en el mundo que poder ser un picapedrero, pues ellos son capaces inclusive de poder acabar con una gran montaña”.
Y así, transformado otra vez en picapedrero, nuestro picapedrero inicial, se despertó de su sueño.
Fuente:
Cuentos Judíos inspiradores. Cuentos generales. Masuah.org. http://masuah.org/recursos-educativos/prueva/
Comments are closed.